Esta pérdida de ingresos procede, sobre todo, de las bajadas de precios, puesto que el parque de usuarios ha crecido, especialmente en el negocio de la banda ancha fija, que durante la crisis (entre 2008 y hoy) ha crecido un 60%, de 8 a 13 millones de usuarios.
Así, desde 2011, el ingreso medio por línea fija ha caído un 42,6%, mientras que el precio medio por minuto móvil se ha reducido un 34%. Y si se toma la referencia de 2009, el índice de precios que elabora la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) –que sintetiza y pondera todos los precios fijos y móviles- la caída es mucho más significativa, y roza el 60%. Bajadas colaterales Inicialmente, las subidas se están aplicando a ofertas y planes secundarios, en la periferia de la oferta comercial de los operadores, pero son suficientemente significativas como para considerar que se está produciendo un punto de inflexión en el mercado. Lo que está claro, y en lo que coinciden los expertos consultados, es que la época de fuertes bajadas de precios que se inició en 2008 y que se acentuó mucho a partir de 2012, ha tocado a su fin.
En realidad, por ahora, no se trata tanto de subidas de precios puras como de entregar más cantidad de producto (minutos o megas), sobre todo megas por más dinero, con el objetivo de mejorar el ingreso medio mensual (arpu, por su siglas en inglés). Monetizar los datos Con estos movimientos, las operadoras pretenden monetizar el boom de los datos en el móvil, ya que no han logrado obtener ingresos adicionales por la puesta a disposición de los clientes de las nuevas redes ultrarrápidas de 4G, que no han podido cobrar de forma diferencial.
El primero que movió pieza en esta tendencia fue Orange, que en mayo de 2014 empezó a cobrar por defecto cuando el cliente consumía totalmente su bono de datos, aunque el cliente puede optar por no usar esta característica y volver al modelo de reducción de la velocidad. Orange aplica una tarifa de un euro por cada 100 megas. Desde este lunes 16 de febrero, Vodafone ha aplicado una medida similar, fijando un sistema de cobro adicional por datos cuando se gasta el bono inicial incluido en la tarifa. A diferencia de Orange, Vodafone cobra 2 euros por cada 200 megas.
Pero, además, Vodafone también ha ido aplicando subidas de precio a algunas de sus tarifas, entregando, a cambio, más cantidad de producto. La tarifa Base de 10,89 euros y un giga, ha pasado a costar 12 euros y ofrece 1,2 gigas. Lo mismo que la Base2 de 18,15 euros que ahora cuesta 20 euros, pero en vez de un giga ofrece 1,5 gigas. También ha ocurrido con la Base3, que ha pasado de 1 giga por 30,25 a 1,5 gigas por 31 euros. En la parte alta de su oferta, la Red de 36 euros, cuesta ahora 39, pero tiene un giga más, lo mismo que la Red de 46 euros, que ahora cuesta 49 euros.
Por su parte, Telefónica también se ha apuntado a esta tendencia y a partir del próximo mes de abril subirá los precios de todas las ofertas de banda ancha que no formen parte del corazón de su oferta comercial, que es la gama Fusión (una oferta que combina fijo, móvil y TV), es decir, las ofertas de ADSL y de fibra sin móvil. Estas modificaciones afectan a un millón de clientes de los cerca de 5,8 millones de usuarios de banda ancha.
Así, su ADSL con llamadas pasará de 30 a 33 euros al mes y sin llamadas de 25 a 28 euros al mes pero, a cambio, el cliente podrá tener toda la velocidad que pueda ofrecer la línea –normalmente la media lograda es de 12 o 13 megas– sin estar limitada a los actuales 10 megas de velocidad. Pero también habrá subidas puras, sin aumento de velocidad. Así, la oferta de fibra de 100 megas pasará de 48 a 50 euros (un 4,16% más) mientras que la de ADSL subirá de 42 a 45 euros, un 7,14% más. Orange a la espera El hecho de que los dos operadores más activos en este cambio de ciclo sean Telefónica y Vodafone, obedece a que Orange tiene aún pendiente la aprobación de su opa por Jazztel por parte de la Comisión Europea. El último movimiento de Orange en este sentido es de mayo de 2014, mucho antes de su opa por Jazztel que es de septiembre pasado.
Desde entonces, a Orange no le conviene ninguna iniciativa que pueda ser interpretada como un signo de subida de precios por parte del regulador comunitario, que ya ha puesto, de forma sorprendente, problemas para aprobar la compra de Jazztel al considerar que la concentración supone serios problemas para mantener los niveles de competencia en España
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