sábado, 18 de julio de 2015

Primero hechan a Casillas y Sergio Ramos se quiere ir si o si del Real Madrid


Florentino Perez se ha metido en un laberinto sin salida y lo sabe, hasta que tendría que dimitir como presidente del Real Madrid, por mentiroso, falso, mal presidente del Real Madrid y no cuidar a los jugadores de la cantera una vez que dejan el club. Pues ahora es Sergio Ramos el nuevo captian del Real Madrid el que ha dicho basta y deja a Florentino Perez tocado tocado como presidente del Real Madrid.

Sergio Ramos lo tiene claro: no quiere seguir. Diga el presidente lo que diga, diga Benítez lo que diga, el andaluz no baja del burro y pone el pie en el cuello del Real.

La última amenaza del clan es de lo más sencilla: si el club blanco no accede a cerrar su venta este verano, esperará a 2016 para negociar con ventaja al encontrarse en último año de contrato. Aunque, y de ser así, habrá consecuencias.

Sergio avisa que su actitud no será la misma: retener a un jugador contra su voluntad no es la mejor opción para un equipo que necesita a todos sus efectivos al 100%. La situación del central puede terminar recordando a la de Iker Casillas: con un sector de la grada en su contra -la fama de pesetero lo persigue desde ya- y un enfrentamiento con la directiva que pasará factura al equipo.

Además, el precio de Ramos caerá por debajo de la mitad -25 millones- el siguiente curso. Mal negocio para el Madrid y no tanto para el jugador que optará a una prima de fichaje por los servicios prestados si el precio va a la baja: el United ha prometido a los Ramos un 'premio especial' si logra cerrar la operación entre 50-60 millones de euros. Una operativa que se repetiría por igual el próximo verano.

Aún así, la única voluntad de Sergio es finiquitar su marcha del Real cuanto antes. Ramos, con contrato hasta 2017, y en la treintena, sabe que un año todo puede cambiar -lesiones, etc- y no se la va a jugar. Las cifras que la entidad de 'Old Trafford' le ha puesto sobre la mesa son para no dudar. Y el Madrid sigue sin acercarse a esos emolumentos. La pelota sigue en el tejado de Pérez.

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