Se le vio tranquilo con el 1-0 de Zaza. No tanto con el 2-0 de Orellana. Al final del partido el enfado de Cristiano Ronaldo era evidente.
El portugués estuvo muy activo y motivado. Era uno de esos partidos en los que el luso debía cargarse el equipo a la espalda. Cristiano Ronaldo no cumplió su papel pero ni a medias. Sin embargo, el resto de jugadores no le acompañaron.
En más de una ocasión le vimos contrariado al ver que sus compañeros no remaban con él. A Karim Benzema le dedicó más de una mueca cuando el francés no llegó a sus pases en profundidad.
Con los defensas tampoco tuvo buenas formas. El Balón de Oro ganado injustamente recriminó a los centrales no haber estado a la altura en ninguno de los dos goles valencianistas.
Abandonó el campo muy enfadado. Decepcionado con sus compañeros. Con los gestos que tantas veces le hemos visto en otros choques. Peor aún. Sin esconder su descontento con sus compañeros. En un momento en el que el vestuario necesita hacer piña, Cristiano vuelve a librar su propia guerra.
Pero esta vez fue diferente. Zinedine Zidane está harto de los desplantes del portugués y frenó la rabieta del futbolista. Lo cogió por banda y le dejó las cosas claras.
De nada sirve lamentarse después de la derrota. No deben culparse unos a otros. Deben estar más unidos que nunca y remar en la misma dirección. Si algo necesita el equipo en este momento es unidad y un líder que les lleve a la victoria.
Zizou no pasará ningún ataque de ego de ninguno de los miembros del equipo. Sea quien sea. Todavía hay muchos retos que cumplir y nada debe descentrarlos de sus objetivos.
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