El mes de junio tocaba a su fin cuando la maquinaria propagandística del Real Madrid, con Florentino Pérez al frente de las operaciones, comenzaba a ofrecer informaciones con dos mensajes claros: manchar
la imagen de un Sergio Ramos embarcado en una prometida mejora de
contrato, y dar por cerrado el fichaje de David de Gea como portero
blanco, presionando de paso a Iker Casillas para forzar su salida.
Los blogs que financia el club y el programa que sirve de atril
televisivo al presidente emitían todo tipo de mensajes en ese sentido.
‘La llegada de De Gea es cuestión de horas’, anunciaba con
grotescos titulares el programa de televisión que se ha convertido en
el canal de propaganda del presidente en los últimos tiempos. Apoyaba su
teoría en la venta, por parte de De Gea, de su casa en Manchester,
hecho del que dio fe incluso un enviado especial en la ciudad inglesa. Pero al contrastar la noticia con el Manchester United, las exclusivas de los medios del régimen se venían abajo. “No está en venta”. “O incluyen a Ramos o no saldrá”. “Sólo será traspasado si el Real Madrid paga 40 millones”. La posición
innegociable del club inglés ha hecho claudicar, por primera vez en
muchos veranos, a Florentino. Detrás de esta derrota, de la negativa a pagar un dineral para cerrar un fichaje al modo que solía en temporadas pasadas, se
esconde el problema de financiación del club, al que la imposibilidad
de remodelar el Bernabéu le ha cerrado una vía de ingresos
imprescindible para sostener el modelo galáctico de Pérez.
Aparcado el tema De Gea, la salida de Casillas y, en
especial el manejo de los acontecimientos por parte del Real Madrid y
Florentino, ha producido un importante desgaste en la imagen del club y
del presidente a nivel internacional. Adjetivos como “surrealista”,
“grotesco”, "inmerecido” o “desagradecido” han protagonizado titulares
de medios tan prestigiosos como L’Equipe, La Gazzetta dello Sport o BBC.
Las truculentas negociaciones con el Oporto, con idas y venidas
constantes para evitar el pago de la tributación en Portugal, y la pantomima protagonizada por Florentino despidiendo a un Casillas al
que siempre ha querido fuera del club, fueron criticadas por una parte
amplia del madridismo que no comparte el despótico modelo de gestión del
Florentino.
El último patinazo de Florentino se ha producido con la
renovación de Sergio Ramos. El jugador fue tachado por los medios del
Florentinato de ‘pesetero' cuando advirtió que quería cobrar 10 millones
de euros por temporada, de ‘mercenario' cuando se relacionó su nombre
con un candidato del Barcelona y de ‘desagradecido' cuando declaró al
club que su intención era marcharse ese mismo verano. La beligerantes
editoriales televisivas utilizaban el sarcasmo desafiando a Ramos a
marcharse del club "porque jamás conseguiría cobrar como un Balón de
Oro". Y señalado como sospechoso habitual en la eliminación de Copa, en
la semifinal de Champions ante la Juventus, en los partidos ante el
Atlético… Pero Ramos sabía que después de la salida de Casillas, tenía
la sartén por el mango, especialmente cuando su nombre se barajó como
requisito para traspasar a De Gea por parte del United. “Si te vendo a ti después de lo de Casillas, el siguiente en salir seré yo”, confesó un resignado Florentino Pérez. Ramos
jugó bien sus cartas y Pérez y sus periodistas afines han acabado por
tirar la toalla. Los hermanos Ramos han ganado la batalla. 10 millones,
el brazalete y el mando en el vestuario.
No han sido los únicos tropiezos del dirigente este verano. En el banquillo, un
descreído Pérez ha terminado por conformarse con la elección de Rafa
Benítez, después de obtener la negativa de Mourinho a regresar y la de
Joachim Low, que no llegaría nunca antes del próximo
verano. En esa situación, su hombre de confianza, José Ángel Sánchez,
quien ha jugado un papel poco elegante en el final del tema Casillas,
presionó para sentar a Benítez en el Bernabéu. Un técnico de la casa,
con fama defensiva y de desplegar un fútbol poco atractivo, llegaba a
Chamartín tras un sonado fiasco en la semifinal de la Europa League ante
el Dnipro. A regañadientes Pérez bendijo el fichaje de Benítez, quien
en una de sus primeras reuniones con Sánchez sondeó el regreso de
Higuain, jugador vetado por Florentino. A eso se suma el escepticismo de
un vestuario que no comulga con el intervencionismo del técnico
madridista, que controla hasta el último detalle de cada jugador.
Se acerca el final del verano y el Real Madrid no ha realizado
ninguna contratación que despierte la ilusión entre su parroquia. Las
incorporaciones de Kiko Casillas, Danilo, Asensio o Lucas suman
accesorios al plantel, pero ningún recurso determinante. Y la imagen
empresarial del Real Madrid se ha debilitado con la negativa de la
remodelación del estadio y la
pérdida de parte de los derechos de imagen de Cristiano, quien prepara
su marcha y ha entregado la explotación de su imagen a Peter Lim, amigo de Jorge Mendes. La relación entre el superagente portugués y Florentino se ha enfriado desde la negativa a contratar a Falcao.
El Real Madrid necesita un espaldarazo global para
que Florentino siga vendiendo excelencia y señorío en mercados
adinerados que traigan petrodólares o disparen los ingresos en
territorios mucho más explotados por Manchester United, Barcelona o
incluso Atlético como China. Eso pasa por la contratación del enésimo
galáctico. Ni Agüero ni Hazard han mostrado interés en enfrentarse a su club para forzar su salida al
Real Madrid, como sí lo ha hecho un contrariado De Gea, que ve cómo
puede pasar un difícil año repudiado por la afición en Old Trafford.
Ahora Pérez busca un mediocampista, pero el mercado no ofrece figuras
rutilantes y ni siquiera está en disposición de atacar la línea de
flotación del Barcelona con otro Figo. El verano toca a su fin y
Florentino Pérez cuenta cada iniciativa por un fiasco. Pérez necesita
algo más que un golpe mediático porque el modelo de negocio galáctico
ha dejado de ser fiable en lo deportivo, y lo que es peor, en lo
económico...
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