Ayer fue ayer. El PSG fue al grano: a principios de julio el club
francés invitó a Florentino Pérez a Qatar donde el 'capo' de al entidad
parisina, Al-Khelaifi, puso sobre la mesa del Real Madrid 150 millones
de euros por Cristiano Ronaldo. El jeque quería llevarse el ‘premio
gordo’ del Real este último mercado de verano y avisó a Pérez que una
oferta así no la volvería a oler: la cantidad estaba a disposición del
Madrid hasta el cierre del mercado, pero se vería seriamente rebajada si
las negociaciones se emplazan a la siguiente temporada, 2016-17, como
pidió Florentino.
El mandatario del Real advirtió a Al-Khelaifi de los problemas con
Ramos/Casillas y se sinceró: la salida de CR7 en aquel momento habría
sido su final como presidente del Madrid. Pérez necesitaba y necesita
estructurar la marcha de Ronaldo bajo dos premisas: primero, que sea el
jugador el que haga público su deseo de abandonar la institución.
Segundo, encontrar a un relevo de garantías que ilusiones al madridismo y
llene el vacío. Ante la primera premisa no había problema: Ronaldo daba
su etapa por terminada en Madrid tras la marcha de Ancelotti, pero los
deseados del presidente para remplazar al luso, especialmente Agüero, no
se pondrían a tiro.
Las conversaciones, congeladas con conocimiento de las partes hasta
el próximo verano, se retomarán con el United metido en la pomada y el
Madrid avisado de que, al menos en el caso del PSG, la oferta por
Cristiano no se va acercar ni de lejos a la de este último verano.
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