Cristiano Ronaldo no está. El crack del Real finiquitó uno de los peores encuentros
que se le recuerdan de blanco con un tanto que tapas unas carencias que
en el vestuario del Real no han pasado por alto. Ronaldo, explican
desde dentro, desgasta: los aspavientos/quejas/reproches a compañeros
son una constante durante los 90 minutos.
La frustración propia está
llevando al portugués a hacer de cada jugada de ataque un reproche si
esta no pasa o termina en sus botas. El runrún apunta, además, a que los
goles de Cristiano se han convertido en no determinantes: desde que
marcar cinco al Espanyol no había visto puerta, 399 minutos sin marcar
en liga para hacer el segundo a un Levante que no tendría trascendencia
en el marcador.
Se espera más de Ronaldo y se critica la doble cara en la
derrota/victoria si él, y no el equipo, no es el vencedor. En el
vestuario del Real Madrid este pensamiento, compartido por el técnico,
gana adeptos: no lo dicen en voz alta porque con la que está cayendo
nadie quiere añadir más leña al fuego, pero las especulaciones en
privado van que vuelan. Fuera se vende lo que toca, pero dentro a nadie
escapa que Cristiano está lejos de ser el jugador
resolutivo/determinante de otras temporadas.
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